Un verano de ensueño.

Una tarde calurosa en pleno mes de Junio. Las clases habían terminado hacia dos días y la gente empezaba a disfrutar de su tiempo libre, unos iban al parque, otros con los colegas a la playa.

En un jardín privado, rodeado por unos edificios, en una gran ciudad, estaba ella.
Solo tenia 17 primaveras, era responsable, cariñosa y lo único en que soñaba era con llegar a enamorarse.
Le encantaba sentarse en un pequeño banco de ese jardín y leer un libro cada tarde. Sentía, mientras leía, como una pequeña brisa de aire acariciaba su pelo y le corría un pequeño escalofrió por todo el cuerpo. Le gustaba la sensación de alejarse del mundo. El ruido, las calles, el claxon de los coches desaparecían justo cuando ella abría su libro.

Desde una ventana, en uno de esos edificios, él la contemplaba cada tarde. No solo tenia curiosidad por saber por que cada tarde hacia lo mismo, sino que le estremecía solo el simple hecho de ver como el viento la acariciaba.

Pero una tarde todo cambio. Él la vio entrar y volverse a colocar en el mismo sitio de siempre, con la misma postura y su querido libro, entonces fue cuando se dio cuenta que tenia que hacer algo, que no podía pasarse la vida mirándola desde una pequeña ventana sin saber como es, como huele, y lo mas importante sin saber su nombre.

Después de haberse arreglado salió de la portería de su casa y se dirigió hacia ella. Notaba como su corazón se aceleraba a cada paso que daba, solo la sensación de sentirla a su lado, de que en algún momento el viento le diese la oportunidad de rozar solo un mechón de su pelo, solo eso era lo único que no le hacia parase y dar media vuelta.

Él: Hola, te importa que me siente???? - Por fin havia conseguido dar un paso a delante, pero ahora lo que más miedo le daba era si tendría que dar dos hacia atrás.

Ella: Hola, claro sin ningún problema.

Junto a ella se dio cuenta que mirarla detrás de una ventana no era nada comparado a tenerla a tan poca distancia. Su pelo seguía ondeando uniformemente. Gracias a ese pequeño suspiro de aire pudo notar una pequeña fragancia, mmmmm.... olía a vanilla.

Ella sin haber levantado la vista del libro en todo aquel rato, se levanto, le miro y se despidió. Mientras caminaba de vuelta a su casa no podía parar de recordar los ojos azules que havia logrado ver en ese chico. Ese azul intenso, junto a esas pestañas oscuras resaltaban la mirada del chico, aunque sin que ella se diese cuenta no solo resaltaba la mirada sino también lo que sentía.

Desde aquel día él decidió bajar cada tarde y aunque sin que ella se diese cuenta hacerle compañía. Ella con su vista clavada en el libro y él mirándola de reojo cada minuto que podía, así pasaban las horas, uno al lado del otro, ni una palabra tan solo y de vez en cuando ella levantaba la mirada le miraba, le sonreía y volvía a su libro. La primera vez que lo hizo a él le recorrió el mismo escalofrió, incluso más intenso, que cuando la miraba por la ventana.
Pasaron de una simple compañía de media tarde a unas miradas que todavía no sabían lo que acabarían diciendo.


Un besazo y SED BUEN@S, prometo que seguire.